Cuando pensamos en lentes de contacto, posiblemente no pensamos en usar un tazón o un cuenco con agua en la cabeza, pero curiosamente, así fue como empezó todo.
Fue en 1508, que Leonardo Da Vinci estudió el fenómeno del cambio de una imagen a través de un recipiente de vidrio con agua que por supuesto no prosperó.
En 1626, utilizando la teoría de Da Vinci, René Descartes propuso colocar un tubo lleno de agua en contacto directo con la córnea, sin embargo, esta idea hacía imposible el parpadear.
No fue hasta finales del siglo XIX que se lograron lentes de contacto de vidrio conocidos como esclerales con diámetros de 18 a 21 mm. Estos lentes se utilizaron por casi 60 años a pesar de tener varios problemas:
No fue hasta los años de 1930, con la aparición de algunos polímeros que se logró un lente de contacto ligero y transparente, los lentes de contacto rígidos estaban hechos de polimetil-metacrilato, mejor conocido como PMMA o acrílico, sin embargo, el acrílico a pesar de ser bio-compatible, no permite el paso del oxígeno y su rigidez causaba cierta incomodidad.
En la actualidad los lentes de contacto suaves son los más comunes y están basados en tres tipos de polímeros:
Los hidrogeles son redes de cadenas de polímero reticuladas que absorben el agua, y más recientemente, se han desarrollado hidrogeles con siloxano que son más permeables al oxígeno.
En resumen, los lentes de contacto son una aplicación que no la vemos en la actualidad sin el uso de los polímeros.
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