A través de los años, los antropólogos han encontrado evidencia de que los pueblos antiguos utilizaban diversos implementos tales como palos puntiagudos, para la limpieza interdental.
Sin embargo, según la mayoría de las fuentes, el crédito por la invención del hilo dental tal como lo conocemos en la actualidad es para un dentista de Nueva Orleans, que en 1815 comenzó a recomendar a sus pacientes el uso de un hilo de seda fina para limpiarse entre los dientes.
Al ver el éxito de esta idea, en 1882 la Codman y Shurtleft Company, con sede en Randolph, Massachusetts, comenzó a comercializar un hilo dental de seda sin cera. Esto fue seguido en 1896 por el primer hilo dental de Johnson & Johnson. La compañía con sede en Nueva Jersey, logró una patente de hilo dental en 1898 que estaba hecho con el mismo material de seda utilizado por los médicos en aquel entonces, para coser heridas.
Fue hasta los años de 1940’s que la poliamida (PA) mejor conocida como nylon, reemplazó a la seda debido a su muy superior resistencia a la abrasión y la capacidad de poder producirla en grandes cantidades.
En la actualidad el hilo dental está hecho de poliamida (PA o nylon) 6,6 o 6,12 o politetrafluoro-etileno (PTFE) mejor conocido como Teflon®, lo que les da buena resistencia mecánica y baja absorción a la humedad. El hilo puede ser recubierto con algún tipo de cera o lubricante.
Un dato curioso: en 1994, en EEUU se registró un consumo de 2.5 millones de millas de hilo dental, equivalente a rodear la tierra más de 100 veces.
Hoy día, el hilo dental es una parte clave del lavado bucal para mantener nuestra dentadura sana.
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