El Departamento de Agricultura de EEUU estima que entre el 30 al 40 por ciento de la comida se va del plato a la basura y las cifras mundiales son de alrededor del 33 por ciento.
En el 2013, los americanos generaron 37 millones de toneladas de basura en buenas condiciones, la comida es el material que más prevalece en los basureros. En la basura, la comida se descompone en una fuente importante de metano, un poderoso gas de efecto invernadero, 21 veces más potencial de calentamiento global que el dióxido de carbono.
¿Sabías que se requieren 10 veces más recursos, entre materiales, energía y agua, para elaborar y distribuir alimentos que para elaborar el empaque que los protege?
¿Y esto que tiene que ver con los empaques de plástico? Pues mucho, empecemos por lo más obvio:
Un empaque apropiado ayuda a preservar los alimentos, los empaques plásticos ofrecen un balance entre bajo peso y resistencia mecánica, los empaques no sólo son una bolsa de plástico, en realidad pueden llegar a ser estructuras de varias capas que ofrecen entre otras cosas:
¿Por qué envolver una manzana o 250 g de jamón en un empaque de plástico? Porque le incrementa su vida en anaquel exponencialmente y por tanto reduce la posibilidad de que se desperdicien.
Los alimentos sellados desde fábrica ayudan a preservar el sabor, la textura y los nutrientes al dejar de fuera el aire, previniendo la entrada de malos olores y sabores o de ser quemados por el aire del refrigerador.
Así, que si posteriormente reutilizamos o disponemos adecuadamente del empaque para que pueda ser reciclado, los empaques de plástico, después de todo, pueden ser una excelente opción en la preservación de alimentos y el cuidado ambiental.
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