El primer polímero verdaderamente sintético no llegó hasta 1909, año en el que el inventor americano Leo Hendrik Baekeland sintetizó un polímero a partir de moléculas de fenol o ácido fénico, otro derivado del alquitrán, con formaldehído sometido a calor y presión. El producto obtenido, la baquelita, era dura, inerte a las sustancias químicas fuertes, aislante eléctrico y resistente al calor, y fue reconocida como el primer polímero sintético de la historia.
En el siglo XX la baquelita fue ampliamente utilizada como falda de plancha y mangos de sartenes y ollas por su alta resistencia térmica.